REPÚBLICA CARPETOVETÓNICA
lunes, 22 de febrero de 2016
ACUERDO ENTRE PASTORES Y LOBOS
Según el Génesis, al principio Dios creó, no
sabemos bien cómo ni por qué, todas las cosas, entre ellas al lobo y su pareja
la loba. Durante muchos siglos desde su divina creación los lobos y las lobas
progresaron muy poco y mantuvieron siempre su estado original de fieras
especialmente enemigas de las ovejas, becerras, chotas y terneros en la
serranía de la República Carpetovetónica. El lobo fue tradicionalmente asociado
a la fiereza masculina y la loba a la astucia y maldad femenina. De ahí el
dicho: son como lobos, o son unas lobas. Por otra parte, loba viene de lupa,
que en latín castizo es sinónimo de puta. Según la leyenda, Roma fue creada por
Rómulo, que fue hijo de una loba, o sea, de una ilustre ramera, que es lo
mismo.
En la República Carpetovetónica la
especie de los lobos desapareció por algún tiempo con la llegada del progreso,
los incendios forestales provocados y el ruido de los camiones y coches de los
turistas, sin olvidar la emigración de algunas cabras políticas a la capital
del reino; también muchas ovejas emigraron buscando pastos modernos en
comedores diseñados especialmente para ellas. Pero de la noche a la mañana, los
lobos empezaron a ser vistos de nuevo en la serranía atacando a las vacas distraídas
y asustando a las ovejas encerradas en sus modernos apriscos.
Con su misteriosa aparición, aunque no
sería difícil descubrir el apoyo político de enemigos clandestinos de la
República, los lobos y sus parejas las lobas empezaron a imponer de nuevo la
ley de la selva en la muy próspera y pacífica República Carpetovetónica. Ni siquiera
las cabras más selváticas se sentían seguras. Las ovejas empezaron a volver a
casa más temprano y los pastores se vieron obligados a hacer importantes inversiones
en la promoción de perros policías. Las vacas, que se habían acostumbrado a
rumiar y dormir tranquilas en el campo a la luz de las rutilantes estrellas
bajo el cielo raso, tuvieron que ser entrenadas para huir a los refugios cuando
los lobos hacían acto de presencia dispuestos a matar y chupar la sangre de los
ternerillos.
Algunos lobos con sus lobas
sentimentales se destacaron tanto por su ferocidad que recibieron el nombre de
terroristas y en este contexto preciso los cronistas hablan de cómo algunos
políticos empezaron a buscar una solución de paz dialogando con los lobos.
Otros, por el contrario, pensaron que lo mejor era entrenar a perros policías
especializados contra ellos. Con la presencia de los lobos y el miedo en el
cuerpo, la República de los carpetos y vetones comenzó a debilitarse hasta el
extremo de que muchos temieron por su desaparición. Pero dejemos por ahora este
fascinante capítulo a los historiadores. En este preciso momento sólo me interesa
destacar la reaparición de los lobos las negociaciones que tuvieron lugar entre
lobos con piel de oveja y algunos pastores osados con piel de lobo.
Unos y otros, sentados clandestinamente
en un antro de negociaciones, se pusieron pronto de acuerdo en que existía un
vacío legal que había que llenar urgentemente. Lo cual significaba que había
que legalizar a los lobos y sus tropelías. Para ello las partes en litigio se
comprometieron con palabra de honor a hacer concesiones puntuales por ambas
partes con el objeto de redactar un proyecto de ley orgánica sobre actividades
delictivas con espíritu rigurosamente democrático y social.
Los lobos y las lobas asumieron con
gusto la responsabilidad de redactar el borrador de dicho proyecto y un pastor muy
moderno aceptó la presidencia de una comisión de control y seguimiento de las
negociaciones. Los pastores ya entrados en años no disimularon su escepticismo
ante esta proposición de ley pero tampoco dieron a entender con su silencio que
estaban en contra. Los tiempos han cambiado y ¡quién sabe, comentó uno, si los
lobos de ahora no han cambiado también y podemos llegar a un acuerdo pacífico
con ellos!
Con rapidez sorprendente los lobos y
las lobas presentaron el borrador del proyecto y después de introducir algunas
enmiendas de redacción y poco más, sugeridas por un pastor joven que sabía leer
y escribir y era muy conocido por su presencia activa en las redes sociales, el
proyecto de ley fue aprobado por unanimidad.
El texto aprobado fue el siguiente. “Nosotros los
abajo firmantes, lobos, pastores y vaqueros, sin DNI, clandestinamente reunidos
en lugar seguro y en pleno uso de nuestras facultades, exigimos
democráticamente la legalización de los lobos y de sus instituciones en todo el
territorio nacional. Para ello proponemos el siguiente proyecto de ley, que debe
ser aprobado por todas las fuerzas democráticas y progresistas:
1. No es lícito matar a nadie, aunque
sean personas, al margen de la ley.
2. Los lobos podrán matar ovejas y
terneros sólo los fines de semana en ausencia de sus propietarios.
3. Los lobos sólo podrán matar siete
ovejas al mes y un ternero de cuatro semanas
dando a conocer un día antes a los pastores y vaqueros el momento de su
llegada.
4. Los perros tienen la obligación de
ausentarse cuando los lobos hagan acto de presencia dentro de la legalidad. En
caso de que los lobos fueren molestados durante sus incursiones legales en el
campo o en los apriscos, los perros pueden ser llamados para hacer que se
respete la ley.
5. La violación de la presente ley será
castigada con penas proporcionadas desde una semana de arresto domiciliario en
una cueva hasta tres meses de ayuno de carne bobina o vacuna, según los casos y
después de sentencia judicial firme.
6. Hasta que no haya sentencia firme
contra los lobos que incumplan la ley, debe prevalecer la presunción de su inocencia.
7. Los lobos se reservan el derecho a
decidir sobre la vida de los propietarios antidemocráticos y reaccionarios
contra esta ley.
8. Una comisión mixta de expertos
redactará el Reglamento para el desarrollo de la presente ley, en el cual se
fijarán, entre otras cosas, los días especiales en que los lobos podrán
sacrificar más víctimas de las indicadas en el párrafo tercero.
El cronista, sin pretender dar pistas, deja
algunas preguntas en el aire. ¿Por qué no legalizar también los atracos a mano
armada y el latrocinio político? El acuerdo alcanzado por pastores y vaqueros
progresistas y lobos democráticos ¿será el primer paso para reducir la
delincuencia en auge contra la propiedad privada por parte de los ladrones en
general y de los políticos en particular? Pero, como digo, el cronista no da
pistas ni se pronuncia a favor o en contra, manteniéndose democráticamente neutral.
viernes, 19 de febrero de 2016
LAS RANAS Y LA POLÍTICA
Las ranas ya muy cansadas,
De sus políticos corruptos,
Decidieron por unanimidad,
Pedir ayuda a su dios el justo.
Convencidas de la necesidad,
De poner orden en la anarquía,
Y justicia en las corrupciones,
Una comisión dio soluciones.
Una delegación de las ranas,
Fue de urgencia constituida,
Para pedir a Zeus un jefe justo,
Contra gobernantes corruptos.
Zeus escuchó a la delegación,
Y lanzó un leño a la su charca,
Grande fue el susto de ranas,
Y se refugiaron atemorizadas.
Pero el jefe leño quedó inmóvil,
Las ranas perdieron el miedo,
Fueron saliendo de su refugio,
Y sobre su superficie subieron.
Dada la desesperada pasividad,
Del nuevo leño de jefe recibido,
Cundió más desprecio hacia él,
Y le pisotearon como un pitillo.
Burladas las ranas con nuevo jefe,
Humilladas con la nueva jefatura,
Pidieron de nuevo a Zeus ayuda,
Y les envió de
jefe una serpiente.
El nuevo líder de gobierno rana,
La emprendió contra las ranas,
Las envenenó con extrañas ideas,
Y el lago terminó en sucia charca.
Un observador político honesto,
Que siguió atento este proceso,
Dedujo una conclusión práctica,
Digna de consideración y respeto.
¿Has de elegir jefe de gobierno?
Elige a competentes y honestos,
Evitando a corruptos y perversos,
Que se vengan con malos gestos.
LA CABRA PIADOSA
LA CABRA PIADOSA
Cuenta
un fabulista de la República Carpetovetónica que había una cabra joven en la
sierra del arraclan, la cual emigró a la capital del reino en busca de mejor
vida. Pero ¿cómo ocurrió esta aventura cabritera siendo las cabras tan poco
propensas a formas de vida civilizadas? Esta fue la pregunta que todo el mundo
se hizo y con razón. Pero vayamos por partes.
La joven
cabra del fabulista carpetovetónico nació en el monte y de ahí que fuera
conocida en la región como cabra montesa y de ahí también el dicho popular: la
cabra tira al monte. En el monte nació y vivió durante su adolescencia,
perseguida permanentemente por cazadores para ser desollada y asada con fuego
de pinos, robles, piornos serranos y albares. Eran tiempos de hambruna después
de una guerra civil oficialmente terminada, pero prolongada por la guerrilla
con postre de “maquis” y otras extrañas hierbas que salían por los caminos
junto a los cardos borriqueños, las víboras y los arraclanes. Por aquella
época, cuentan los cronistas, no era raro encontrar a un perro intentando roer durante
días consecutivos un hueso de burro muerto en el campo. De ahí aquello de: para
buen hambre no hay pan duro.
Pues
bien, en este contexto ecológico y social vivía nuestra joven cabra cuando un
día, reflexionando sobre el destino de su vida, decidió abandonar el monte para
emigrar a la capital de la república en busca de mejor vida. Pero hete aquí
que, para emigrar a la capital tenía que cumplir algunas condiciones legales de
trámite. Una de ellas era que tenía que superar un año de prueba de confianza
como cabra rural bajo la disciplina de algún cabrero benévolo dispuesto a
recibirla.
No la
resultó difícil superar esta prueba dado que la diferencia entre cabras
montesas y rurales en la república carpetovetónica no era mucha ni grande. De
hecho, en muchos aspectos de la vida las formas de conducta entre estos dos
grupos de cabras sociales eran muy parecidas. De ahí también el dicho popular:
está como una cabra, o están como cabras, y los cabreros conocían por
experiencia profesional el significado de estas expresiones mejor que nadie. Como
quiera que ello fuere, nuestra cabra tampoco estaba satisfecha de la vida que
llevaba, incorporada al atajo del benévolo cabrero, que muy sorprendido la
pidió explicaciones acerca de su descontento.
Es
verdad que fue bien tratada y en ningún momento tuvo motivos fundados para
temer que fuera a ser desollada y asada en una parrilla o en las brasas.
Tampoco podía alegar que el cabrero la había tirado piedras rompiéndola alguna
pata o que la hubiera increpado con gruesas palabras cuando echaba por tierra
los cantos de las paredes por donde saltaba, berreaba libremente, o devoraba los
arbustos que encontraba a su paso. Sin olvidar que pateó y estercoló por sí
sola el huerto del cabrero en menos de una semana habiendo recibido por ello un
sueldo generoso.
Por otra
parte tampoco tenía motivos para quejarse porque el cabrero la hubiera reprimido
sexualmente. De hecho, durante el año de prueba mantuvo relaciones sexuales
libremente con cualquier cabrito, chivo mayor de edad o generoso cabrón, como
allí los llaman a los machos cabríos constituidos en autoridad. A pesar de lo
cual nunca quedó preñada por lo que tampoco podía quejarse de que el cabrero hubieran
vendido sus cabritos al carnicero, o que se hubiera hecho uso indebido de su
leche. Paradójicamente, sin embargo, el cabrero anfitrión solía decir que la
cabra que le habían confiado tenía muy mala leche. El fabulista no aclara nunca
esta aparente contradicción pero algunos investigadores sostienen que el
cabrero sólo conocía la vida que hacía la cabra durante el día pero no su vida
nocturna. Cierro este paréntesis y seguimos adelante con nuestra pintoresca y fascinante
historia cabruna.
Con las
debidas licencias llegó a la capital y no se sabe dónde fijó su primera residencia.
Tampoco el fabulista ofrece información alguna acerca de sus estudios o de sus
colegas del cabroneo político y social durante esa etapa de su vida. Durante
esos lustros cabe pensar que su vida pasó desapercibida en la capital del reino
como un cristo oculto en Nazaret.
Pero pasó
el tiempo y la cabra salió por las calles a la vida pública aunque sin dejar de
tirar al monte, que era lo suyo. Genio y figura hasta la sepultura. De padres
gatos hijos michos, y lo que no se aprende en Salamanca y las buenas escuelas
se aprende en las filas de algunos partidos políticos. Ni en la sierra del
arraclan ni en el cerro gallinero había manifestado la cabra particular interés
por la política. ¿Y por qué? Tampoco el fabulista responde a esta pregunta.
Pero,
como queda dicho, al cabo de varios años de vida privada la cabra saltó a la
vida pública en la capital del reino y muy pronto hizo algunos sorprendentes milagros.
El fabulista, al llegar a este punto de su historia, no disimula su sorpresa por
la preocupación religiosa de la cabra y formuló una hipótesis para explicarla
en estos términos.
La cabra,
según él, entró en un sueño profundo y tuvo una experiencia mística alucinante.
Sumida ella en el sueño, primero empezó a roncar, luego a berrear y finalmente
lanzó un grito erótico al constatar la presencia del dios mítico del amor, que
desnudo integral se la había revelado. La cabra se despertó al tiro y con
rostro resplandeciente prometió a su dios entregarse de por vida a él con todo
su ser, fuerza y corazón agradecido.
La decisión
de entrega a su dios estaba tomada. Pero ¿dónde, cuándo y cómo podría una cabra
ofrecer esta ofrenda de amor al dios que tan desnudo y atractivo se la había
aparecido en sueños? De momento no la resultó fácil a la joven y mística cabra
llevar a cabo su piadoso deseo, pero con la ayuda de cabritos, chivos mayores y
de alguna cabra mayor o cabrona de la capital, pudo finalmente dar testimonio
público de su conversión al dios mitológico del amor.
¿Lugar
ideal? En una capilla universitaria. ¿Motivo? Destino de espacio universitario
para adorar a otro dios que no era el suyo. ¿De qué manera? Exhibiendo sus pudorosas
tetas de cabra en el recinto universitario consagrado al Dios verdadero como
ofrenda de amor y respeto. ¿Templo alternativo al espacio universitario? Según
la justicia, la cárcel.
Dice el
cronista de la fábula que la cabra, temerosa de ir a la cárcel, se arrepintió
ante una autoridad religiosa y que ésta, muy humana y comprensiva pensó: no hay
que pedir peras al olmo y por lo mismo no tiene sentido castigar a una cabra
que es coherente consigo misma y se comporta públicamente como lo que es. Y el
fabulista concluyó: amén, las cabras, cabras son, lo mismo en la sierra del
arraclan que en la capital del reino o en la
capilla de una Universidad.
En
una posdata, el imparcial cronista de la historia completa su información
diciendo que en el reino de España, las cabras piadosas, como la del arraclán que
emigró a la capital, se encuentran en pleno auge siendo particularmente devotas
de sus genitales y de la oración del Padrenuestro en templos sagrados del nacionalismo.
Tanto el fabulista como el cronista lamentan mucho que hayan desaparecido los
auténticos atajos de cabras auténticas y en su lugar proliferen los de cabras
degeneradas del sexo y de la política. Y el cronista remata su faena con unas
palabras sagradas que ni siquiera las cabras más pudorosas y santas alcanzan a
entender: Et majora videbitis. (J.P, corresponsal de la república).
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